Siempre vuelve a amanecer

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SIEMPRE VUELVE A AMANECER

martes, 17 de julio de 2012

DISCAMINO (77): ángeles en el Camino

          La primera vez que recorrí el Camino fue en el año 1999 y, al terminarlo, hice lo que hacen muchos peregrinos, escribir unas líneas contando lo que había vivido. Le puse por título ÁNGELES EN EL CAMINO. ¿Por qué? La explicación iba en la primera página del relato. Decía así:

A lo largo del Camino fueron varias las personas que, por uno u otro motivo, hicieron que nos paráramos a reflexionar. Unas veces por la ayuda desinteresada que nos brindaron sin que hubiéramos pensado siquiera lo necesitados que estábamos de ella y otras porque aparecieron justo en el momento en el que más necesitábamos de alguien que nos orientara. Estas repentinas apariciones podrían interpretarse de muchas maneras: suerte, casualidad, divina providencia,... A menudo he querido pensar que las casualidades no existen, que hay algo que trasciende nuestra realidad material que hace que en determinados momentos de nuestras vidas una luz se encienda en los rincones más oscuros de nuestras existencias. Cuando veo los telediarios opino de forma diferente.

           Durante estos trece años he salido al Camino unas cuantas veces más y he seguido encontrando personas que, con mayor o menor intensidad, encajan perfectamente en la descripción de ese lejano 1999. Gente que nos acoge y que nos abre las puertas, no ya de sus casas, sino de sus corazones. Este año no ha sido diferente. Tenemos una larga lista de ángeles que incorporar a los ya conocidos.

ASPACE LOGROÑO 
          Desde el inicio del proyecto establecimos contacto con ellos para pedirles que nos echaran una mano en el desarrollo del DisCamino. La colaboración que les pedíamos era doble: por un lado les solicitábamos que nos facilitaran un alojamiento en alguna de sus residencias y, por otro, que nos dieran un rato de su tiempo para compartir con ellos la experiencia de nuestra aventura. Desde el primer momento fuimos cariñosamente acogidos por ellos a través de la persona de Roberto, su trabajador social. No sólo nos facilitaron alojamiento sino que, ante la imposibilidad de hacerlo en su inacabada residencia, nos llevaron a un precioso y confortable hotel que colabora habitualmente con la asociación. Por si eso fuera poco, acudieron a esperarnos a la entrada de la ciudad y nos obsequiaron con ramos de flores hechos por ellos mismos que nos fueron entregados por Virginia y Juan Carlos. 

VIRGINIA, JUAN CARLOS, EL RAMO y GERARDO
           Por la tarde Roberto nos acompañó a visitar una de sus sedes y pudimos conocer a varios de los usuarios de Aspace Logroño. Fue una jornada muy bonita que nos dejó imágenes y amigos para el recuerdo y el agradecimiento.

DE IZQUIERDA A DERECHA EMPEZANDO POR DETRÁS
 MARCELA - MARTA - ESTELA - TOÑI - ISABEL - Mª CARMEN - LAURA
ASCEN - PACO - PILAR - DANI - GERARDO - Mª ANGÉLICA -
ROBERTO - JUAN - ANTONIO - SANTIAGO - JAVIER
ÁNGEL

          Casi me olvido. Juan Carlos, el compañero de Virginia, cuando nos entregó el ramo de flores por la mañana aprovechó para contarnos todas las cosas que hace en Aspace y me retó a una partida de ping-pong. Desgraciadamente yo no pude ir porque me pasé toda la tarde arreglando el triciclo pero resulta que él tampoco fue. Tengo que decirle a Roberto que le pregunte si no fue porque a última hora le entró miedo (es broma Juan Carlos, ¡eh!)

APACE BURGOS 
          Otro tanto cabría decir de los compañeros de Apace Burgos. Nos invitaron a su residencia y nos cedieron un módulo completo en una de las alas nuevas. Además de eso, se preocuparon en llamarnos durante la etapa para preguntar si queríamos que nos facilitaran la misma comida que iban a comer ellos ese día. Fue una llamada providencial ya que nos soluciónó el problema de tener que buscar donde comer y nos salió bastante más barato. 

ANTE LA PUERTA DE LA RESIDENCIA DE APACE, RECIÉN TERMINADA LA ETAPA

          Al igual que sucedió en Logroño, una vez duchados, comidos y descansados, nos reunimos con un grupo grande de internos y medio pensionistas de la residencia. Primero nos presentamos todos los que nos habíamos juntado allí  y después respondimos a sus preguntas. Fue un rato muy especial en el que nos reímos con las salidas de Juan Carlos, dispuesto desde ese mismo momento a salir al Camino y emprender la ruta hacia Santiago; sufrimos con... creo que fue Andrés, y le aplaudimos en silencio su fuerza de voluntad y su tesón cuando finalmente logró hacerse entender y formular su pregunta tras una titánica lucha contra las palabras que se resistían a salir de su boca; reconocimos en el grupo la misma clase de mentes lúcidas de algunos de nuestros amigos de Vigo y Córdoba, mentes preclaras a las que les ha tocado en suerte servir y ser servidas por cuerpos con diferentes grados de afectación a causa de la parálisis; en otros casos era, es, la propia mente la que ha quedado desconectada de la realidad independientemente de que el cuerpo al que acompaña esté o no afectado. 
          Explicamos nuestra razones y escuchamos las suyas y les animamos a intentar hacer cosas aparentemente imposibles, quitando hierro al mito de que el Camino no es para personas con necesidades especiales. Después salimos al patio y, aunque todos fueron invitados, sólo Eva, la directora, y  Roberto y Conchi, dos de los monitores del centro, se animaron a probar nuestro triciclo.

UN ABRAZO PARA TODOS VOSOTROS Y UN RECUERDO ESPECIAL PARA JUAN CARLOS, NACHO Y FRANCISCO

 SERGI, SERGI Y JAVIER
          Acabábamos de subir la cuesta que nos había de llevar al último alto que es preciso superar para dejarse caer hacia San Justo de la Vega y Astorga pero,  antes de bajar, teníamos un encargo que cumplir. Para ello, por primera vez en lo que llevábamos de ruta, dejamos la carretera y nos metimos por una pista de tierra que nos iba a llevar al pie del crucero de Santo Toribio. No voy a repetir lo que hicimos allí porque eso ya lo conté en una entrada anterior y porque, además, no tiene nada que ver con el tema de hoy. Una vez listo el encargo, desde el crucero teníamos dos opciones para llegar a Astorga: 
* la primera, la más directa y apetecible, consistía en lanzarse por la empinada y peligrosa cuesta que va directamente desde el alto hasta el pueblo de San Justo. Esta opción era descabellada para el triciclo de Gerardo ya que, por un lado los frenos y por el otro las imprevisible reacciones de mi copiloto podían darnos un serio disgusto.  
* la otra opción suponía desandar el camino de tierra por el que habíamos llegado hasta allí, cosa que, la verdad, no apetecía en absoluto ya que se trataba de un tramo de tierra y piedras bastante incómodo que, para más INRI, nos llevaría un buen trozo hacia atrás con el consiguiente retraso.
           Estaba claro qué era lo que había que hacer, de hecho ya había comenzado a darle la vuelta la triciclo para regresar por donde habíamos venido cuando me di cuenta de que, mientras encendíamos la vela, habían pasado por nuestro lado 3 chavales que en ese momento empezaban a desaparecer por la cuesta abajo.
- ¡¡PEREGRINOS!! -les llamé casi gritando al tiempo que echaba a andar hacia ellos. Se pararon y se miraron unos a otros sorprendidos, preguntándose si era a ellos a los que aquel tipo estaba llamando. Sin parar de caminar volví a gritar.- ¡¡PEREGRINOS, ¿podéis ayudarnos?!!
           Les expliqué lo que nos pasaba y les pregunté si podían echarnos una mano en la peligrosa pendiente. Tendrían que sujetar a Gerardo uno por cada lado para evitar que se moviera y, a la vez, ayudar a frenar el triciclo. Dijeron que sí, que por supuesto. Eran 3 amigos que habían empezado su Camino el día anterior en León. Dos de ellos se llamaban Sergi (Sergio) y el tercero Javier. Uno de los Sergi tenía problemas en un pie e iba bastante cojo así que fueron su tocayo y el mío los que nos ayudaron.


¿SE NOTA LA PENDIENTE Y LA FUERZA QUE HICIERON PARA FRENARNOS?

JAVIER A NUESTRA IZQUIERDA (derecha en la foto) Y SERGI A NUESTRA DERECHA (izquierda en al foto). 
GRACIAS PEREGRINOS.
 ISIDORO
          Hay una persona en León que, si esta "toleira" mía de ver ángeles a mi alrededor fuera cierta, seguro que había alcanzado ya el nivel de arcángel. Me refiero a Isidoro, un compañero de la policía local de León. Lo conocí en aquel primer Camino de 1999. En aquella ocasión el albergue estaba lleno y paramos a dormir en una base de acampada que la Junta de Castilla y León había colocado con motivo de la esperada masiva afluencia de peregrinos. La habían ubicado en un terreno muy próximo al depósito de vehículos municipal así que aproveché mi condición de compañero policía para acercarme al agente de guardia y pedirle que nos dejara meter las bicis allí dentro para evitar que nos las chorizaran. Isidoro era el agente de guardia. Lo primero que hizo fue invitar a chocolatinas a Billy y Martín, mis dos hijos, que habían venido al Camino con nosotros; lo segundo, poner las bicicletas a buen recaudo; y lo tercero, aparecer a la mañana siguiente en nuestras tiendas de campaña, cuando estábamos a punto de salir, para desearnos buen camino y darnos la prensa del día con el parte meteorológico. 
          Desde esa primera ocasión, cada vez que he pasado por León, Isidoro ha estado siempre ahí para echar una mano. 
* Cuando hice andando con mi padre el tramo Burgos-León, pensamos en dejar en León el coche de mi padre para tenerlo a nuestra disposición cuando termináramos la caminata y coger un tren hasta Burgos para iniciarla. Le llamé para preguntarle en qué sitio podría dejarlo aparcado durante 8 días sin que hubiera problemas. Al momento se ofreció a recogerlo en la estación de RENFE y devolvérnoslo cuando llegáramos de regreso. Dicho y hecho.
* Cuando en el año 2010 hicimos el Camino con el chico colombiano paralítico cerebral, habló con la concejala de bienestar social y consiguió que nos recibiera y nos facilitara alojamiento a cargo del ayuntamiento.
* Este año del DisCamino, como sabía del antiguo problema de la entrada en León para los peregrinos, cogió su bicicleta y se acercó a esperarnos al pueblo de Arcahueja y nos acompañó en la entrada y cruce de la ciudad, dejándonos en la puerta del alojamiento para evitar que nos extraviáramos. Al día siguiente, a las ocho en punto de la mañana, estaba como un clavo a la puerta del hotel, también con la bici, para sacarnos de la ciudad previo paseo por la Catedral, San Isidoro y el Hostal de San Marcos.
ISIDORO EN LA FOTO DE GRUPO CON LA BANDERA DE LA CIUDAD DE LEÓN QUE NOS REGALÓ A CADA UNO 

EMOCIONADA DESPEDIDA ENTRE ISIDORO Y GERARDO

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