Siempre vuelve a amanecer

Siempre vuelve a amanecer
SIEMPRE VUELVE A AMANECER

viernes, 15 de junio de 2012

DISCAMINO (59): Maxi, todo un campeón

<<Habían sido 13 jornadas agotadoras tanto en lo físico como en lo mental pero habíamos cumplido su sueño. Él estaba más flaco, tenía unas ojeras que le llegaban casi a la barbilla y llevaba el culo pelado de tanto ir sentado en la bici, pero lo primero que dijo al ser consciente de que la aventura había terminado fue: “Javier, busca más personas con problemas como yo para hacer muchos años el Camino”.>>
          Esto fue lo que dijo Gerardo el año 2009 al poco de entrar en el plaza del Obradoiro, justo al finalizar nuestro primer Camino, y eso es lo que hemos estado haciendo todos estos años. Pero, si tengo que ser sincero, no siempre hemos sido nosotros los que hemos tenido que buscar, muchas veces ha sido el azar el que los ha traído a nuestro lado. 

          No recuerdo cuando sucedió. Lo que sí recuerdo es que venía de ANCA, de hacerle una pequeña reparación al triciclo. Bajaba la calle Fragoso pedaleando yo solo y, como suele suceder, la gente se quedaba mirando el artilugio como quien ve un bicho raro. Me detuve al llegar al cruce con el camino de la Espedrigada porque el semáforo estaba rojo. Vi que a mi lado se detenía un todoterreno y escuché una voz que me llamaba. Su conductor, con extrema educación, me pedía disculpas por importunarme y me preguntaba si podía decirle donde había conseguido el triciclo. No era la primera vez que me sucedía algo parecido pero siempre se trataba de simple curiosidad que satisfacía de forma rápida respondiendo que lo habíamos comprado en ANCA. Sin embargo, esta vez había algo diferente en el tono de aquella persona. Me dio la impresión de que no lo preguntaba por preguntar sino que había un interés especial en ello. Le dije que, si le parecía bien, cuando abriera el semáforo nos podíamos orillar para hablar con un poco más de calma. Así lo hicimos. Se llamaba Maximiliano y me dijo que tenía un hijo con una parálisis cerebral con el que había andado mucho en bicicleta cuando era pequeño pero que, al hacerse mayor, al hacerse ambos mayores, habían tenido que dejarlo porque ni les servía la bici ni él podía ya sujetar a su hijo. Maximiliano bromea diciendo que tiene 58 años porque un error del funcionario que confeccionó su último D.N.I. provocó un baile en las dos últimas cifras de su año de nacimiento y convirtió el 45 en un 54. Eso quiere decir que realmente tiene 67 o está a punto de cumplirlos. Su hijo Maxi tiene 33. 
          Desde ese primer encuentro en el semáforo ha pasado bastante tiempo y muchas cosas. Como no quiero hacerme pesado lo resumiré diciendo:
*QUE probaron nuestro triciclo.
*QUE hablamos con mi amigo Iñaki, fisioterapeuta del centro APADIS de Villena (Alicante), un verdadero genio y un verdadero santo, pionero en la elaboración de extrañas bicicletas y artilugios adaptadores para que sus niños con parálisis cerebral puedan pedalear.
*QUE Iñaki nos envió una de sus bicis dobles.
*QUE la probamos durante algo más de un mes.
*QUE Maximiliano, con permiso de Iñaki, fabricó una parecida para su hijo.
           Maxi es una de esas personas mágicas que, al igual que Gerardo, se enfrentan a su discapacidad con una alegría y una tenacidad tan grandes que nos sacan los colores a los que no tenemos ningún problema en el manejo de nuestros cuerpos. Hay una sonrisa eternamente grabada en sus ojos a pesar de los disgustos que le dan las injustas esperas en la parada de Vitrasa cuando aguarda por un autobús con la plataforma en perfecto estado y todos los que vienen, o no la traen o la traen averiada; a pesar de la eterna pelea con los bordillos de las aceras que carecen de rebajes o, si los tienen, un conductor desaprensivo ha colocado su coche justo delante de ellos; a pesar de la frustración de no poder entrar en muchos sitios porque sus propietarios no han pensado que una silla de ruedas no puede salvar determinados escalones; a pesar de la estupefacción que le produce tener cerca de su casa un bar con baños adaptados para discapacitados pero con un escalón en la entrada que no le permite acceder a su interior,... Nada de eso consigue hacerle perder la sonrisa. Una de sus ilusiones es hacer algún día el Camino de Santiago y ese fue un de los objetivos que llevaron a su padre a desvivirse por construirle la bici doble. 
          El otro día, después de un entrenamiento un poco más largo de lo habitual, les dije a los dos que el domingo siguiente íbamos a ir Gerardo y yo a Pontevedra a acompañar a un amigo en una marcha en contra de la leucemia. Maximiliano padre pensó que a lo mejor era algo precipitado embarcarse en algo así; le parecía demasiado largo y demasiado pronto pero dejó que fuera su hijo quien decidiera. Maxi dijo que sí a la primera y ni la lluvia que cayó toda la noche y que seguía cayendo el día de la marcha consiguió hacerle cambiar de opinión. A las 10:30 en punto salimos del Nautico de Vigo. Yo iba con Gerardo en nuestro triciclo y Maxi iba en la bici doble con Dani, mi compañero de patrulla, mi amigo, nuestro escudero en el Discamino. Estuvo lloviendo toda la mañana y en dos ocasiones, en Redondela y en Arcade, le dijimos a Maxi que ya había superado con creces y con nota la prueba y que sería prudente no arriesgarse a coger un constipado de modo que, si quería, podía dar por terminada su participación en la Marcha. Volvió a ser rotundo en su decisión:
- No. Un poco más.

NOSOTROS CON EL GRUPO DE CORREDORES ANTES DE LA SALIDA

          Llegamos a Pontevedra a las 13:30. Maxi llegó feliz, exultante, la sonrisa no le cogía en la cara. Maximiliano miraba a su hijo con una emoción y una devoción que daban ganas de gritarle al mundo que se fijaran en ellos, que les miraran, que aprendieran de ambos lo que se puede lograr con el esfuerzo, las ganas de vivir, el respeto y la confianza mutuas, en definitiva, el profundo amor de un padre por su hijo, ... 
          O mucho me equivoco o Maxi va a ser, usando las palabras de Gerardo, "nuestro amigo con problemas para hacer el Camino el año que viene".

DANI Y MAXI EN PLENO ESFUERZO



          No quiero acabar esta entrada sin hacer una especial mención a Dani. Era su primera experiencia como piloto de una de esas bicis especiales y sé, porque él mismo me lo ha confesado, y porque yo lo experimenté en mis propias carnes la primera vez que salí con ellas, que hubo momentos en los que lo pasó mal, muy mal. No es sólo el cansancio sino también la tensión de la responsabilidad, las cuestas, los coches a toda velocidad sin respetar las distancias de seguridad, los extraños que hace la bici,... Dijo al finalizar que ver la cara de Maxi y la de su padre fue el mejor antídoto para todo eso y una recompensa de un valor incalculable. 

EL GRUPO AL COMPLETO: DANI, MAXI, DAVID, GABI, YO, GERARDO y DAVID
     Darle también las gracias a David, un verdadero Correcaminos, que nos acompañó toda la etapa corriendo a pie al lado de la bici de Maxi para ofrecer su apoyo en lo que hiciera falta. Lo mismo al otro David, mi medio primo, y a Gabi, que vinieron con sus bicis a pedalear con nosotros.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Yo ya me lo quité hace tiempo y no me atrevo a ponérmelo cuando estoy con ellos (Maxi, Gerardo, Rafa, Angel,...) Son realmente "la leche".

      Eliminar