SÉPTIMO DÍA DE CAMINO, OCTAVO DE AVENTURA:
PALAS DE REI - ARZÚA
Tal como habíamos supuesto, llegamos a Arzúa en un visto y no visto. Los dos o tres repechos de turno los superamos, como no, con la ayuda de Maximiliano que seguía parando en los arcenes para darnos esos empujones que tanto nos aliviaban.
Pero no iban a terminar ahí las sorpresas. Antes de acostarnos tuvimos otra también preciosa. María, la tercera de las Mosqueteras, la única que no vino al Camino con nosotros, fue a visitar a Gerardo a su casa como hace casi todas las semanas y...
Los 30 kilómetros que separan estas dos poblaciones hacían que estuviéramos frente a la etapa más corta de toda la ruta. Habíamos calculado que, como mucho, en tres horas podríamos alcanzar la meta, de modo que, al no tener ninguna prisa por llegar, decidimos hacernos un pequeño regalo levantándonos un poco más tarde de lo habitual. El hecho de tener finalmente que compartir la habitación con otras dos peregrinas nos hizo reafirmar en el plan de retrasar el despertador para evitar tener que andar con incómodos cuidados y casi imposibles silencios. Les preguntamos a que hora pensaban ponerse en pie y nos dijeron que a las siete. Perfecto para nosotros.
Eran las ocho y media pasadas cuando montamos en las bicicletas y comenzamos a callejear por Palas. Tras una empinada cuesta abajo, un giro a la derecha, otro pequeño descenso y un giro a la izquierda volvimos a estar en la carretera por la que el día anterior habíamos llegado al pueblo, la N-547. Una vez en ella nos lanzamos cuesta abajo en busca de la aventura del día.
PODRÍAMOS DECIR QUE ESE DÍA NOS COMIMOS LA EMPANADA AL ESTILO MOSQUETERO:"UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO" |
Nos pusimos las botas de empanada, fruta y frutos secos y tuvimos que aguantar un pequeño malentendido con los propietarios o empleados de una panadería próxima. Un quítame allá esas pajas por haber dejado la furgoneta delante de la entrada de su garaje (estábamos justo al lado y pendientes de cualquier movimiento o toque de bocina que no llegó a producirse). La cuestión es que vino un paisano del horno a preguntarnos si el furgón era nuestro. Le dijimos que sí y que si querían entrar o salir se lo movíamos de inmediato. Respondió que no pero que no tardáramos mucho en quitarla de allí. Le dijimos que estábamos terminando y que nos marcharíamos pronto. OK por ambas partes y listo. ¡¡Ah!!, pero dos minutos más tarde fui a guardar una cosa al maletero y salió otra empleada y de bastante mala manera nos dijo...
Que ya estaba bien, que la sacáramos de allí, que habían querido entrar y no habían podido,...La pobre infeliz no sabía que acabábamos de hablar con su compañero. De haberlo sabido seguramente no hubiese hecho el ridículo de esa forma ni hubiese quedado tan mal. En fin, quizá todo hubiera sido diferente si les hubiésemos comprado allí la empanada pero Maximiliano ya la traía desde Palas.
y, especialmente, TURBOVIGO |
Tal como habíamos supuesto, llegamos a Arzúa en un visto y no visto. Los dos o tres repechos de turno los superamos, como no, con la ayuda de Maximiliano que seguía parando en los arcenes para darnos esos empujones que tanto nos aliviaban.
Pero no iban a terminar ahí las sorpresas. Antes de acostarnos tuvimos otra también preciosa. María, la tercera de las Mosqueteras, la única que no vino al Camino con nosotros, fue a visitar a Gerardo a su casa como hace casi todas las semanas y...
"BUENAS TARDES MAXI. ¿QUÉ TAL ESTÁS?
SEGURO QUE GANASTE LA COPA DEL CAMINO, COMO YO.
ADIÓS. ADIÓS."
Muchas emociones para un día ya de por sí emocionante.
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